La mirada es la puerta del alma, la mirada es lo único que no deja mentir al ser, en ella se encuentra susceptiblemente la cortinilla que, al parpadear, deja entrar a quien de verdad preste atención a ella. En la mía he ido encontrando un acercamiento a aquello que de manera instintiva se ha manifestado, y que, con cada disparo, lo efímero se vuelve inmortal.
La intriga de conocer al otro
Cuando salgo a la calle, voy observando los detalles que visualmente llaman mi atención, persigo con la mirada a personas que en mi cabeza ocupan un lugar para el cuento de mis días, las historias espontáneas que narra mi imaginación; los personajes protagonistas de mi trama mental. En lo que voy escuchando la narración dentro de mí, me cuestiono el porqué del vestir, su andar e incluso su platicar o caminar. También ha sido un buen pretexto para romper miedos y barreras imaginarias, para acercarme a conversar, conocer y responder las preguntas intrusas que me acercan al otro.